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Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 29 de septiembre de 1916-Madrid, 29 de abril de 2000) fue un dramaturgo español, ganador del Premio Lope de Vega en 1949 y del Premio Cervantes en 1986.
El tema común que liga toda su producción es la tragedia del individuo, analizada desde un punto de vista social, ético y moral. Los principales problemas que angustian al hombre se apuntan ya en su primera obra, En la ardiente oscuridad, y continúan en obras posteriores.
La crítica ha clasificado su obra en teatro simbolista, teatro de crítica social y dramas históricos.
Teatro simbolista representa el crudo enfrentamiento con una realidad que no puede escamotearse ni disfrazarse. Por ejemplo, a través de la tara física de la ceguera, Buero simboliza las limitaciones humanas. Así, es símbolo de la imperfección, de la carencia de libertad para comprender el misterio de nuestro ser y de nuestro destino en el mundo. El hombre no es libre porque no puede conocer el misterio que le rodea. El tema del misterio predomina en otras obras, también de corte simbolista: La tejedora de sueños, recreación del mito de Ulises y Penélope; Irene, o el tesoro, análisis del desdoblamiento de la realidad.
Las obras de crítica social analizan la sociedad española con todas sus injusticias, mentiras y violencias. Pertenecen a este grupo: Historia de una escalera, Las cartas boca abajo y El tragaluz.
Historia de una escalera, que obtuvo en 1948 el premio Lope de Vega, es posiblemente una de las obras más importantes del teatro de esta época por su carácter trágico y por la denuncia de las condiciones sociales de vida. La obra causó gran impacto por su realismo y contenido social. En ella plantea la imposibilidad de algunos individuos de mejorar materialmente debido a la situación social y a la falta de voluntad.
En los dramas históricos, Buero toma los materiales del pasado histórico como trampolín o espejo y como mina de significaciones cara al presente y como "modelos" en el sentido que la sociología da al vocablo.
El concierto de San Ovidio se desarrolla en el Hospital de los Quince Veintes en París de 1771. Valindín, un negociante, consigue que la monja que regenta la institución permita que, a cambio de 200 libras, seis mendigos ciegos que allí se acogen puedan tocar instrumentos musicales en la inminente fiesta de San Ovidio. Al contrario de lo que los pobres ciegos se piensan, Valindin no es su salvador, si no un manguán que lo único que busca es aprovecharse de su condición de ciegos para ridiculizarlos y sacar beneficio económico de la situación. Al final, Valindín propone a los ciegos tocar en otra feria, pero, ellos se niegan. Finalmente Valindín muere asesinado a manos de David.
Cinco hombres (Tomás, Tulio, Asel, Lino y Max), que parecen trabajar para un centro de investigación llamado La Fundación, comparten espacio en lo que parece ser una agradable habitación con bonitas vistas. Únicamente un mal olor y la presencia de un enfermo parecen perturbar el ambiente. Según se avanza en el desarrollo de los diálogos, se descubre que tal situación no es sino la percepción subjetiva de uno de los personajes, Tomás, mediante el que sabe el espectador que la habitación es en realidad una celda, que La Fundación es una prisión y que los cinco personajes son cinco reclusos condenados a muerte. Se encuentran allí porque el propio Tomás, sometido a tortura, delató a sus compañeros de organización. Su sentimiento de culpa provocó que perdiera el sentido de la realidad. Al final, la escena queda vacía, retornado su aspecto de habitación lujosa en la que se instalarán nuevos huéspedes.
Se han hecho varias interpretaciones acerca del significado de la obra. Por un lado, supone una crítica hacia la opresión de los regímenes totalitarios, la tortura y la pena de muerte. Por otro lado, existe una interpretación simbólica de la obra, donde se relaciona el vivir con una cárcel en la que permanecemos encerrados bajo la amenaza omnipresente de la muerte.