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Carvalho, huidas / Manuel Vázquez Montalbán
Barcelona : Planeta, 2013.
Contiene: Tatuaje ; La soledad del manager ; Los mares del sur ; El balneario
Desde la publicación, en 1972, de Yo maté a Kennedy, hasta la póstuma edición de Milenio en 2004, Manuel Vázquez Montalbán escribió más de una veintena de novelas y compilaciones de cuentos protagonizados por el investigador privado Pepe Carvalho que le llevaron a convertirse en la figura cumbre de la novela negra española. A su condición de paradigma y referencia ha de sumarse el importante papel que el escritor tuvo para impulsar el desarrollo de una narrativa de género que, hasta la década de 1970, había tenido una importancia tangencial en el conjunto de la literatura española.
Anque la primera novela negra como tal de la serie protagonizada por Carvalho es Tatuaje. Solitario, seductor, antiheroico, misterioso, hedonista y dotado de su propia ética, Carvalho sobre todo es el “ojo crítico” a través del que Vázquez Montalbán puede vertebrar una mirada desencantada a la realidad circundante. Esta interpretación social y cuestionadora es la que distingue la obra de Vázquez Montalbán.
¿Quién es Pepe Carvalho? Una respuesta incompleta se encuentra en Yo maté a Kennedy, novela experimental en la que se esboza la primera caracterización del personaje, quien ya aparecerá con los rasgos mucho más definidos y fijos en Tatuaje. Jacqueline Kennedy lo identifica como "un caballero español", de origen "gallego". Ex estudiante de filosofía, ex miembro activo del partido comunista, ex preso político, ex empleado de la CIA, ex marido y padre de una hija. Tiene tres aficiones claras: Carvalho es un aficionado a la comida y a la cocina; tiene una vida sexual intensa sin que haya verdadero amor de por medio; y encender la chimenea y eliminar "letras" inútiles, es decir, quemar los libros "que apenas me enseñaron a vivir".
La interpretación social y cuestionadora es la que distingue la obra de Vázquez Montalbán de la de otros autores que, coquetearon con el género negro durante los últimos años del franquismo. "La obra de Vázquez Montalbán desmantela críticamente la moralidad del orden establecido” (José F. Colmeiro). Para Salvador Vázquez de Parga, la elección del género negro por parte de Vázquez Montalbán –que ya era, en el momento de comenzar la saga, un autor de cierto renombre- se produjo por su convencimiento de que “la utilización de materiales de la cultura popular permitía hacer literatura culta, [por lo que] eligió precisamente el género criminal para encauzar su crónica personal de un periodo de la historia contemporánea de España”.
El propio autor llegó a manifestar que las novelas de Carvalho, sobre todo las escritas durante la década de 1970 y los primeros años de la de 1980, fueron, fundamentalmente, “novelas realistas, crónica de lo que va a ser la vida española de transición desde la decadencia del franquismo”. La serie Carvalho puede ser vista como un discurso contracultural y escéptico opuesto al mensaje oficialista. Su carácter desengañado se observa bien en su forma de analizar el pasado reciente español. Frente la interpretación de la Transición impuesta desde los poderes oficiales, que hacía concebir el periodo de cambio reformista como exitoso y positivo para la sociedad, Vázquez Montalbán vertebró a través de sus novelas negras un crítico mensaje de frustración. Una constante en las conclusiones de las investigaciones de Carvalho es la continuidad del dominio producido entre la dictadura y la transición. Las familias que controlaban la economía y las grandes empresas durante el franquismo son las mismas que lo hacen en la dictadura, lo que sirve a Vázquez Montalbán para esbozar una denuncia contra los cambios reformistas, que se le antojan insuficientes y contra el mantenimiento de determinados resabios heredados de la época franquista.
El desencanto que impera en la saga de Carvalho no sólo está provocado por el devenir de los acontecimientos políticos en España después de la muerte de Franco, decepcionantes para alguien que, como Vázquez Montalbán, jamás rehuyó de su compromiso político. El tono desengañado que impregna toda la serie detectivesca también parece estar relacionada con la evolución y las transformaciones de la ciudad en la que transcurre la acción de gran parte de las novelas.
Barcelona es un personaje más de la serie Carvalho. La ciudad tiene protagonismo a través de un doble procedimiento de acción y reflexión. Por un lado, el espacio urbano barcelonés: Prácticamente todos los ambientes aparecen en las novelas, que están plagadas de referencias a calles, barrios, plazas, restaurantes y edificios singulares y representativos. El detective medita con frecuencia sobre la evolución de la geografía que le rodea. Sus reflexiones no sólo versan sobre los cambios que el paso del tiempo y las decisiones políticas han tenido sobre el paisaje urbano, sino también por las modificaciones que los nuevos tiempos han tenido sobre el clima moral y el ambiente social. La nostalgia se combina con la intención del detective de convertirse en cronista urbano de una ciudad renovada sobre todo tras los planes de intervención urbanística para los Juegos Olímpicos de 1992.
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