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La sangre consagró a Elena Quiroga como una novelista extraordinaria por su estilo delicado y expresivo y el interés de los problemas que trata. Es la historia de cuatro generaciones a través de un árbol. El árbol es el que nos cuenta cuanto ve y oye. Él es el verdadero protagonista del libro y el que irradia una influencia más fuerte. Los personajes, que viven al amparo de su sombra, nos son presentados en esta manera original. La sangre es una novela que atrae y subyuga y que sitúa a su autora entre los valores más destacados de nuestra novelística.
La sangre ejemplifica esta íntima simbiosis entre la voz femenina y el espacio natural en el escenario de las letras españolas de posguerra. En la novela, asistimos al relato emitido en primera persona por un árbol, un vetusto y sabio castaño clavado azarosamente frente al pazo gallego El Castelo. El murmullo de palabras del árbol, hilvanadas a manera de discontinuo monólogo interno, nos introduce en la dilatada sucesión familiar de cuatro generaciones comprendidas entre los siglos XIX y XX, cuyos odios y pasiones se incorporan al retrato intimista de la exuberante y telúrica vegetación gallega.
Lejos de ser un recurso formal accidental u ornamental, el castaño en La sangre enlaza con una amplia tradición literaria, donde los árboles materializan vivencias de dolor y trauma. La progresiva mutilación del castaño en que se reduce la narradora encarna, simbólicamente, la arraigada y dinámica naturaleza del dolor, ofreciendo una singular articulación del sufrimiento. El vacilante monólogo arbóreo revela dolor íntimo y secuelas de una impresión traumática difícil de borrar. Al mismo tiempo, la elección de un castaño como personaje central y emisor de los hechos desempeña una función primordial: mantener vigente el testimonio de la experiencia femenina en el contexto franquista de los años cincuenta. El mensaje de reclamo femenino que fluye del castaño, transmitido de forma oral a las generaciones venideras, se salva de quedar sepultado en el olvido y favorece la construcción de una voz propia e independiente en oposición al rígido sistema patriarcal de la época.