Paul Klee : 1879-1940 / Susanna Partsch

Para Paul Klee la pintura no era una evasión, sino un instrumento visionario. Un medio de encontrar los mundos paralelos que sospechaban que se escondían tras la llamada realidad. Para ello utilizó un eficaz instrumento: la abstracción. Personaje inclasificable en ninguna de las vanguardias (que frecuentó y en las que tuvo buenas amistades), fue siempre por libre, quizás por ello sea hoy tan actual y fresco, nada desfasado.
Suizo de nacimiento, aunque de nacionalidad alemana. viviría casi toda su vida en Alemania, aunque viajó sin descanso por todo el mundo, donde descubrió colores y formas. Tras un viaje a Italia, se asienta en Munich donde conoce a Kandinsky o Franz Marc y se «une» (recordemos su espíritu libre) al Blaue Reiter (el jinete azul), un grupo expresionista. Tras su paso como soldado por la Gran Guerra, enseñó color en la Bauhaus hasta 1931 y, después, en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, antes de ser denunciado por los nazis por producir «arte degenerado». En 1933 abandona la enseñanza y se exilia en Berna donde acaba muriendo.
La herramienta de Klee era el color y llegó a manipularlo con una enorme precisión y pasión. Color, ritmo, naturaleza, construcción y movimiento. Esos serían sus 5 temas. Como a Kandinsky, la influencia de la composición musical es evidente en su pintura (fue también un excelente violinista). Sus cuadros aluden casi siempre a la poesía, la música y los sueños, incluyendo a veces palabras o notas musicales.

Autor: 
Partsch, Susanna.
Editor: 
Taschen,
Año: 
2000
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Tipo de ejemplar: 
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