Biblioteca de La Rioja Dónde estamos |
Contacto Teléfono: 941 294 500 (centralita) |
![]() |
Este volumen reúne los primeros cinco libros de cuentos de Patricia Highsmith. El lector descubrirá en estos relatos los elementos característicos del universo Highsmith: el crimen que irrumpe en lo cotidiano, la maldad que acecha en cualquier esquina, la crueldad que emerge donde menos se la espera, el suspense manejado con mano maestra, un profundo conocimiento de la naturaleza humana, pinceladas de un humor macabro y de una ironía lacerante, además del finísimo manejo del impacto súbito y el giro inesperado. Incluye los libros de cuentos Once (1970), Pequeños cuentos misóginos (1977), Crímenes bestiales (1975), A merced del viento (1979) y La casa negra (1981).
En dos de los libros aquí incluidos la autora vertebra los relatos en torno a un eje central: los animales y su relación con los humanos en Crímenes bestiales y los arquetipos femeninos en Pequeños cuentos misóginos.
En su peculiaridad, Highsmith presenta la culpa como el motor de sus personajes, como el leitmotiv de sus narraciones tan inquietantemente gozosas en las que nada es como debiera ser. En la aparente normalidad de las vidas de sus personajes, hay siempre sucesos que dan un giro a la tuerca que todo lo pervierte. Las ganas de sus protagonistas por afectar al otro van desde esconderle el objeto fetiche designado como vital hasta asesinarlo solamente para evitar que interrumpa el desarrollo de los planes.
El gusto y la clase siempre están presentes como personajes de reparto con constantes apariciones. Aquí no hay espacio para aficiones ni elecciones vulgares. Sí para el goce que provocan las exposiciones de arte, la buena comida, mejores bebidas, ropa a la moda pero clásica y la mejor música. Las mujeres, siempre rodeadas de hombres parecen ser más bien parte de una compleja escenografía simbólica. Las tensiones y la atracción sexual son más memorables entre sus personajes hombres. Estos personajes de la Highsmith que disfrutan sentirse tipsy (“achispados” en la traducción de la editorial), siempre están elucubrando sobre qué versiones de los hechos darán a fin de ocultar lo que acaban de hacer y jamás pueden ser buenos, no importa cuánto tratan de serlo. Resultan inmensamente seductores, porque además de inteligentes son guapos y sofisticados. Siempre se la pasan bien: después de matar a alguien, en medio de una indagatoria policial a domicilio o en el momento de pensar cómo merodear a alguien, siempre hay tiempo para poner un buen corte de carne en la sartén, prepararse un martini, recibir en la sala a la cocinera que preparó pequeños sándwiches de cangrejo y escuchar a Rachmaninov o Lou Reed.
Los cuentos de Highsmith producen una sensación de ser historias nacidas para ser largas pero abrevadas en formato de relatos cortos. Y esto contrasta con la manera en que uno puede paladear en sus novelas el estilo de su escritura y la singularidad de sus personajes.