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Vasili Semiónovich Grossman (1905 – 1964) fue un periodista y escritor soviético, de origen judío. Pese a que su padre se adhirió a los mencheviques, él apoyó a la revolución bolchevique de 1917. Grossman se formó como ingeniero y trabajó en la cuenca del Donets, pero abandonó tal ocupación en los años treinta para dedicarse en exclusiva a la escritura, siendo aceptado finalmente en 1937 en la Unión de Escritores. Publicó varias decenas de relatos cortos y algunas novelas largas. Tras el estallido de la segunda guerra mundial se convirtió en corresponsal de guerra para el Ejército Rojo, publicando para el diario Estrella Roja aclamadas crónicas de primera mano de las batallas de Moscú, Stalingrado, Kursk y Berlín. Su testimonio acerca de los campos de exterminio nazis, escrito tras la liberación de Treblinka, que formaba parte del proyecto de El libro negro, organizado por el Comité Judío Anti-Fascista, se encuentra entre los primeros documentos escritos acerca del Holocausto judío y fue utilizado como prueba en los juicios de Núremberg.
Sobre Grossman planeó siempre la sospecha y la posible detención por parte del NKVD o el KGB. Aunque sus obras anteriores a la guerra y durante la misma observaban la ortodoxia soviética, el convulso período de las purgas y, después de la guerra, el antisemitismo generaron críticas destructivas, le apartaron de los premios y, finalmente, de la posibilidad de publicar sus obras. Este fue el caso de Por una causa justa (1952), primero aclamada y luego denostada en Pravda; y de la monumental Vida y destino (1959), no publicada en la Unión Soviética y que apareció por primera vez en Suiza en 1980. Quizá uno de los grandes misterios de la vida de Grossman es como, a pesar de todo, nunca llegó a ser detenido. Una de las leyendas al respecto es que fue debido a que era el escritor favorito de Stalin.
La copia de Todo fluye que Vasili Grossman confió a Ekaterina Vasilevna Zabolotskaya, y que ella, a su vez, entregó a John Garrad, demuestra claramente que Grossman trabajó largamente en esta novela y que este trabajo tuvo varias etapas.
La base de la obra es un relato sobre Iván Grigórievich,un hombre que, siendo estudiante universitario, fue delatado por uno de sus compañeros y que pasó treinta años en cárceles y campos penitenciarios. Gracias a una amnistía que las autoridades soviéticas decretaron después de la muerte de Stalin, Iván fue puesto en libertad. Desde alguna estación ferrocarril de la ruta transiberiana manda un telegrama a un primo suyo, el biólogo Nikolái Andréyevich, anunciando su retorno a Moscú y pidiendo que lo recoja en una de las estaciones de la ciudad. El recorrido de Iván por la realidad soviética, nueva para él, sirve de tejido para una obra en la que, rozando el ensayo, Grossman disecciona la naturaleza del régimen estalinista, y de cualquier totalitarismo por extensión, en todos sus aspectos y en todas sus terribles consecuencias.
Se ha considerado a Todo fluye una hermana menor de Vida y destino, aunque participa de la misma pasión por desvelar la verdad de hechos irrefutables y por relatar el sufrimiento del pueblo ruso. Pero Grossman recuerda a Chéjov por la minuciosidad con la que transmite la psicología de los personajes con mínimos detalles; es claro y dice lo que tiene que decir, de ahí el placer de leerlo. Esta novela sin acción se trata más bien de un lúcido ensayo con personajes, de un veraz informe de denuncia tras una sencilla historia argumental. Todo fluye da una lección absorbente de negra historia, esa que es necesario conocer a fin de que sea más difícil repetirla.
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