Incunables en la Biblioteca de La Rioja

En las bibliotecas con fondos patrimoniales puede haber un grupo de obras que se han cuidado con esmero por su condición de piezas raras y valiosas, son los llamados “incunables”.
El término incunable va a hacer referencia a aquellos libros impresos hasta el 1 de enero de 1501, es decir, aquellos libros que nacieron en los primeros años de la aparición de la imprenta. Estos libros siempre han tenido una protección especial en las bibliotecas, lo que no ha impedido que gran parte de ellos no hayan sobrevivido a los agentes destructores: catástrofes naturales, acción del fuego y el agua, los daños de las guerras y las acciones de los hombres.
¿Qué define a un libro incunable? El libro impreso en su origen es el resultado de la persecución de un modelo, el manuscrito, aunque realizado con técnicas mecánicas. Tiene unas características formales muy similares al libro manuscrito, pero la composición material difería en todo. La vitela y el pergamino se sustituyen por pliegos de papel, plegados y conjugados, formando cuadernos que, cosidos y encuadernados, conforman el libro. Las prensas compitieron con los textos manuscritos, de ahí que los tipos imitaban los góticos incluso con sus abreviaturas, tratando de parecerse todo lo posible a los manuscritos.
La Biblioteca de La Rioja tiene entre sus fondos una pequeña colección de incunables. De entre ellos el más antiguo es una edición de obras de Cicerón impresas en Venecia en 1485 en los talleres de Bartholomaeus de Blavis y Andreas Torresanus.
Un parte importante de la colección ha sido impresa en diversos talleres de Italia, situándose a la cabeza Venecia, ciudad donde arraigó y floreció la imprenta en este siglo XV, introducida por el alemán Johannes de Spira. De Venecia son las impresiones de las obras de Marco Tulio Cicerón, Santo Tomás de Aquino, Franciscus de Zabarellis, Hugo de San Caro, San Alberto Magno y Aegidius Romanus. Otros talleres de Italia de los que la Biblioteca de La Rioja tiene ejemplares son los de Vincenza con la edición de la obra de Petrus Brutus, Victoria contra Iudaeos impresa en los talleres de Simon Belvilacqua en 1489; Pavia, con la obra de Johannes Antonius de Sancto Georgio, Commentaria super Decreto, impresa por Leonardus Gerda en 1497; y Brescia, con Baldo degli Ubaldi y su obra Consilia, impresa por Boninus de Boninis en 1490.
Después de Italia, Francia y Alemania siguen en el número de impresiones. De Francia, concretamente de Lyon, que en este momento era una de las ciudades más prósperas de Francia gracias a su proximidad con Alemania y Lombardía, de los talleres de Johann Trechsel de 1496, tenemos la obra de Juan de Torquemada, Summa de Ecclesia contra impugnatores potestatis Summi Pontificis Flores...; y de Toulouse, de la imprenta de Heinrich Mayer tenemos la obra de Bartholomaeus Anglicus, El libro de proprietatibus rerum, obra que se considera como una temprana precursora de la enciclopedia y que fue uno de los libros más populares de la Edad Media. Con respecto a Alemania, tenemos ejemplos de dos ciudades Estrasburgo (hasta 1681 no pasa a pertenecer a Francia) y Nurenberg. Estrasburgo con imprenta ya desde 1460 y donde Gutenberg había realizado sus primeros experimentos, tenemos una obra salida de los talleres de Martin Flach, la de Bernardino de Bustis, Mariale, seu Sermonarium de excellentiis B. Mariae Virginis, impresa en 1496; y de Nuremberg donde la imprenta fue introducida por el taller de Johann Sensenschmmidt y el de Anton Koberger. De este, de Koberger, que realiza en esta ciudad ejemplares bellamente ilustrados, tenemos la obra Sententiarum del obispo de Paris, Petrus Lombardus.
Por último, tenemos dos ejemplares del periodo incunable en España, de las imprentas Sevilla y Pamplona. En 1490 llegan a Sevilla cuatro impresores de origen alemán, los que a sí mismos se denominan “Compañeros alemanes”: Pablo de Colonia, Juan Pegnitzer, Magno Herbst y Tomás Glockner. De ellos tenemos la obra de Alfonso de Madrigal, Floretum Evangelii sancti Sancti Matthaei, impresa en 1491. Por último, de Pamplona, de la imprenta de Arnao Guillén de Brocar, donde trabaja desde 1490 a 1501, tenemos la obra de Pedro de Castrovol, Commentum super libros Politicorum et Oeconomicorum Aristotelis, impresa en 1496.
La temática de estas obras es la usual de esta época: la Religión (5 obras); el Derecho (3 obras); la Teología (3 obras); la Filosofía (2 obras); y la Oratoria, las Ciencias y el conocimiento enciclopédico, con una obra de cada una de estas ramas. Todas están escritas en latín a excepción de El libro de proprietatibus rerum de Bartolomeo Anglico que lo está en castellano.

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