El escritor barcelonés Carlos Rojas falleció ayer en Greenville, Carolina del Sur.
Nacido en Barcelona en 1928, era hijo de un médico colombiano que vino en los años veinte a la ciudad, donde conoció a su madre, una joven catalana; se casaron y nació él. En 1934 se divorciaron (con la ley de la República) y ya no le volvió a ver. Se enteró de su muerte en 1951.
Carlos Rojas estudió Filosofía y letras en Barcelona y se doctoró en Madrid. Pronto decidió abandonar la España franquista. Tras ser lector de español en Glasgow y en Florida, fue contratado como profesor de literatura española en la Universidad de Emory (Atlanta), donde llegó a ser catedrático y desarrolló una larga y fructífera carrera académica.
Como narrador, debuta en 1957 con la novela De barro y esperanza, a la que siguió El futuro ha comenzado y El asesino de César, con la que obtuvo el premio Ciudad de Barcelona. Ya en estas obras se revela como un autor culto y cultista, exigente con los lectores, y la crítica la adscribe a una tendencia de “novela metafísica” junto a otros autores de la época como Andrés Bosch o Manuel García Viño.
Perteneciente a la generación de los “niños de la guerra”, la preocupación intelectual y vital, por la tragedia de 1936-1939 marcó buena parte de su obra. La tranquilidad que le proporcionaba vivir en un país democrático, y las buenas bibliotecas americanas, facilitaron su trabajo en una serie de libros de ensayo que se vieron respaldados por el éxito de público. Destacan Por qué perdimos la guerra (1969) y Diez figuras ante la guerra civil (1973), donde se recogían los testimonios de significativos protagonistas del conflicto, en un momento de avidez por este tipo de aportaciones en los momentos finales del franquismo. Estos libros eran fruto de su colaboración con el editor Rafael Borràs Betriu, con quien trabajó a menudo y que resultó decisivo en su carrera.
Gana el premio Planeta 1973 con Azaña, una “biografía novelada” a partir de textos y documentos del último presidente de la República. Para editorial Planeta el elegante, elocuente y americanizado Rojas resultó un autor muy emblemático en la línea aperturista del premio, con autores y temas que mostraran apertura y conexión con los nuevos tiempos.
En 1979 ganó el premio Nadal con otra novela de voluntad cultista y conectada con los años treinta españoles, El ingenioso hidalgo y poeta Federico García Lorca asciende a los infiernos. Publicó también varios estudios de arte como La Barcelona de Picasso (1981), El mundo mítico y mágico de Salvador Dalí (1985) o Yo Goya (1990).
Aunque solía visitar España anualmente, la distancia y los cambios le habían ido apartando de la actualidad literaria. Su traductora, Edith Grossman, que también lo es de Cervantes y de García Márquez, escribió: “Carlos Rojas es el más creativo e imaginativo de la generación de escritores españoles de postguerra, y ciertamente uno de los novelistas extraordinarios del siglo XX en cualquier lengua”.