Como en muchas de las regiones vinícolas más conocidas, se estima que los habitantes de la Antigua Roma plantaron viñedos en La Rioja. La producción que se realizaba durante la Edad Media por parte de monasterios o pequeños agricultores era para consumo local. El documento más antiguo conservado, que hace referencia a la existencia de vid en La Rioja, data de 873 y figura en el Cartulario de San Millán. Se sabe de la existencia de viñedos en Nájera, propiedad del Monasterio de San Millán, desde el año 1024, siendo uno de ellos destinado a producir el vino de oblación para misa. En 1102 Sancho I reconocía jurídicamente los vinos riojanos y otorgaba a los concejos la potestad de regular su producción y comercio.
Se documentan exportaciones de vino riojano hacia otras regiones a partir de finales del siglo XIII, dando testimonio de los principios de una producción comercial. A partir del siglo XV, se puede observar una especialización vitícola en la Rioja Alta y aparecen las primeras ordenanzas municipales referentes al vino. En 1560, una sociedad de cosecheros de Logroño eligió un símbolo que les representase. Diferentes normas municipales o incluso reales muestran la expansión del comercio vinícola a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Un hito muy significativo fue la creación en 1787 de la Real Junta de Cosecheros, cuyo objetivo era el fomento del cultivo de la vid, contribuir a la mejora de la calidad de los vinos y facilitar la comercialización en los mercados del norte, por lo que su dedicación prioritaria fue construir y mejorar caminos y puentes para unir los pueblos vinateros riojanos con Vitoria y con el puerto de Santander.
A mediados del siglo XIX comienza en Burdeos la elaboración de un nuevo tipo de vinos "finos". En ellos se aplicaba un sistema novedoso de despalillado, controlándose la maceración con los hollejos, además de la realización de clarificaciones y conservación en barricas de 225 litros. Estos se conservaban durante mucho más tiempo y soportaban bien los viajes. Estas técnicas irían llegando poco a poco a la región riojana, cuyo mercado iría expandiéndose, gracias a la mejora de las comunicaciones.
A mediados del siglo XIX Luciano Murrieta puso en práctica en la bodega Duque de la Victoria, propiedad de Baldomero Espartero, los conocimientos que había adquirido en Burdeos. Estos vinos fueron los primeros de La Rioja en elaborarse con las nuevas fórmulas de Burdeos. En 1879 crearía las Bodegas Marqués de Murrieta en la finca de Ygay, a las afueras de Logroño.
Entre los años 1852 y 1862 los viñedos franceses fueron atacados fuertemente por el hongo oídio, con la consiguiente disminución en su producción. La Exposición Universal de París de 1855 había encumbrado a los vinos del Médoc, por lo que se vieron obligados a buscar vinos que mejorar en sus bodegas para atender la demanda. Así llegaron a La Rioja los primeros compradores franceses.
En 1863 comenzó a extenderse por Europa la filoxera, que llegaba a Francia en unas cepas importadas desde Estados Unidos. Por ello volverían los franceses a la región para crear almacenes desde los que exportar vino a Burdeos. Como esta plaga tardó en ser controlada, algunos de los comerciantes se instalaron en la región produciendo vinos con sus técnicas, mediante la uva que compraban a los cosecheros riojanos. La irrupción de los negociantes franceses a mediados del siglo XIX como almacenistas, movió a empresarios vizcaínos a invertir en La Rioja como criadores de vinos, fijando sus bodegas en las proximidades del incipiente ferrocarril: el origen del Barrio de la Estación de Haro. La producción de vino se convertía en el motor económico de La Rioja.
El ferrocarril Bilbao-Haro facilitaba y abarataba el envío de vino al País Vasco. Francia necesitaba quinientos mil hectolitros mensuales. Esto conllevó que en la década de 1880 la superficie de viñedo se viera aumentada de 34.000 a 52.000 hectáreas, con una producción de 129 millones de litros anuales. La demanda por parte de Francia iba bajando al recuperar sus viñedos, pero las grandes bodegas industriales se mantendrían, gracias a la estabilización de los nuevos métodos y la apertura de mercados. Con la amenaza de la llegada de la filoxera a España, se prohibió la importación de vides en el país en 1875, para intentar no introducir el insecto. En 1896 se detectó en Navarra, pero seguía sin tomarse medidas resolutivas en La Rioja. En 1899 se detecta oficialmente en La Rioja, en unas cepas de Sajazarra.
La Rioja se había centrado en el control de la plaga, en vez de en aplicar los métodos de renovación de viñedos que se habían tomado años atrás en Francia. Los agricultores temían la plantación de vides americanas a falta de la seguridad de que estuvieran exentas de filoxera. El 29 de enero de 1900 la provincia es declarada "provincia filoxerada", con lo se que permitía la creación de viveros e introducción de vides americanas en las zonas afectadas oficialmente, pero los agricultores opinaban que todavía podrían defenderse del ataque varios años. La plantación de vides americanas hacía necesario excavar la tierra a bastante profundidad para airearla y sanearla, lo que implicaba herramientas y expertos de otras zonas. El coste de la replantación era altísimo. En 1910 se puso en marcha la Caja Vitícola Provincial, que tendría como objetivo facilitar la compra de injertos y el acceso a la maquinaria para desfonde. Esta supuso un verdadero impulso en la reconstrucción de los campos.
El 16 de mayo de 1902 se inició la normativa legal para posibilitar la futura denominación, con la Ley de propiedad industrial. Tras reconstituir el viñedo se empezaron a fundar numerosas bodegas industriales. Los diferentes conflictos entre productores y bodegas llevaron a la publicación el 9 de junio de 1925 una real orden que autorizaba a la Región Riojana para la creación de una marca colectiva para sus vinos de mesa, la Denominación de Origen Rioja, como se hacía en otros lugares de Europa.
Coincidiendo con el reconocimiento oficial de Rioja como Denominación de Origen Calificada en abril de 1991, se inicia un periodo de expansión y modernización del sector vitivinícola riojano. La concesión de la Calificada era el obligado reconocimiento al serio y continuado esfuerzo realizado por el sector vitivinícola riojano para alcanzar las más ambiciosas metas de calidad, un esfuerzo que a partir de entonces se multiplicó si cabe en la búsqueda de la excelencia.
Enlaces de interés:
Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja
https://www.temerecesunrioja.com/
Enoturismo en LaRiojaTurismo
https://www.lomejordelvinoderioja.com/
https://winetourismspain.com/wine-regions/rioja/